Fajardo no es negligente, es corrupto.

Fajardo no es negligente, es corrupto.

Para los defensores de Fajardo: La Negligencia es Corrupción

Es vergonzoso presenciar la defensa incondicional a Fajardo protagonizada por personas brillantes y decentes. Ellos, los que critican el fanatismo de los extremos y se alejan de la dicotomía izquierda – ultraderecha, aduciendo que las figuras de los caudillos restan relevancia a las ideas. Sin embargo, ante la prueba irrefutable de la caída del ídolo, muestran el mismo apoyo irracional que el resto de los fanáticos.

Es triste el tener que soportar como los abanderados en la lucha contra la corrupción y que pretenden trabajar por la  legalidad, la decencia y el cambio estructural que pide a gritos el país, salen a la defensa furiosa del que resultó su caudillo y no deja ser triste, porque no es menos grave, los que salen a “criticar” la negligencia de Fajardo, a la par de restarle responsabilidad en el cúmulo  de crímenes que se han dado en el marco de Hidroituango.

Ustedes que desde la cima de la intelectualidad critican el analfabetismo político y el nulo conocimiento histórico de los ciudadanos del común, deberían poner en practica las supuestas enseñanzas de su trabajo. En últimas, su carrera periodística se podría resumir en la máxima de: Aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla. Sírvanse de sus espejos y permítannos seguir viendo en ustedes fuentes confiables, imparciales  y éticas; porque en un país en el que la corrupción produce masacres que superan el número de semanas no es ético, no estar en contra del establecimiento y ser laxos con los corruptos. Incluso, no lo hagan por las causas colectivas, sino por el beneficio individual, Samper Ospina, mire el ejemplo de su padre que por defender a un hermano perdió años de credibilidad periodística. La diferencia es que él se puso de lado de su hermano, usted sólo está defendiendo a su candidato predilecto. Mismo consejo para Iván Marulanda, usted que fue amigo personal de Horacio Serpa, debería saber mejor que nadie, que defender corruptos no paga o por lo menos cuando se intenta estar en el lado correcto de la historia. Serpa se murió políticamente defendiendo a Ernesto Samper por el Proceso 8000 y usted va por las mismas con Fajardo. Todo por la malsana práctica del clientelismo, usted que dice ser tan pragmático, aplíquelo y que esas alianzas sumen más de lo que restan.

No me quiero dejar invadir por el comportamiento nocivo de los fanáticos que critican por criticar y sin sustento alguno. Por lo tanto, a continuación, expongo mis argumentos para poder acusarlos de estar defendiendo a un corrupto.  Mi tesis es a grandes rasgos: La Negligencia es Corrupción. Si bien, la negligencia se define como: Error o fallo involuntario causado por falta de atención o diligencia. En mi opinión un gobernador con aspiraciones presidenciales no puede darse el lujo de mirar para otro lado e incumplir sus funciones básicas en un proyecto de la envergadura de Hidroituango, que intervenía uno de los más importantes ríos de Colombia (Río Cauca), 3 municipios (directamente) y estaba destinado a producir energía para más de 2 millones de personas para finales de 2018 (afectando al día de hoy a 27 municipios que recibirían beneficios de este megaproyecto); convirtiéndose así en el proyecto hidroeléctrico más importante de la historia del país.

El papel desempeñado por Sergio Fajardo debería tipificar una conducta punible al incurrir en fallas tan elementales como las que arropa el derecho civil: Culpa in vigilando y Culpa in eligendo. La primera, que supone admitir que una persona es responsable de los actos que realiza otra sobre la que debía ejercer vigilancia. Como Fajardo que delegó sus funciones y su participación en la junta al gerente del Instituto de Desarrollo de Antioquia, Iván Pérez Salazar, pero no controló lo que hizo o dejó de hacer su delegado. El motivo que se alude es, en concreto que, al no vigilar de forma adecuada, el subalterno produjo un daño, y por lo tanto el responsable es el jefe. Y la segunda, reza que el empleador es responsable de los actos que cometa su empleado. Todo esto, para concluir que lo que se delega es la capacidad de mando o la autoridad más no la responsabilidad.